Ya pasó el ansiado Miércoles de Ceniza que esperabamos impacientes, el preludio de la Pasión angustiosa, Violenta Muerte y Resurrección Redentora. 40 días, en los que comenzamos las jornadas arrancando cada mañana una hoja del calendario que marca con cautela el final de la espera y la llegada de lo esperado. Este tiempo de la tradicional oración, la abstinencia, la limosna y el ayuno.
A veces no sabemos ni el por qué de todos estos signos de la cuaresma, comenzando por la ceniza, que nos hace entender que todo es pasajero, del polvo venimos y en polvo nos convertimos al morir, toda la Vida del cuerpo en la Tierra tiene fin, por ello debemos confiar en la Salvación Eterna que Jesús nos ofrece. Pasando por el ayuno y abstinencia, que son dos signos cuyo significado puede agruparse en un mismo fin, la austeridad. El 'sacrificar' todo aquello que no es necesario, que tan solo son caprichos humanos, y en ocasiones nos separan de Dios, ya que dedicamos más tiempo a satisfacer nuestras necesidades terrenales, que las que verdaderamente nos ayudan, aquellas relacionadas con el Alma y nuestra profundidad espiritual.
La fundamental Oración, necesaria para entrar en contacto con Dios, es la vida del Alma. Nuestro Padre Celestial nos alimenta por medio de la Oración, la constante comunión con Él. A diferencia de otras religiones, nuestra relación con Dios es un diálogo, en el que Él entra a formar parte de nuestra vida sin la necesidad del sometimiento.Y por último el signo que la iglesia nos propone ya desde hace mucho tiempo, la Limosna, simboliza la Misericordia hacia el prójimo, el servir lo que tienes para conseguir la felicidad de aquel que lo necesita. Incluso podríamos decir que es fruto de la caridad del cristiano, que se deshace de algo para ofrecerlo al que tiene a su lado.
Los cofrades, aunque parezca que no, somos un grupo de la Iglesia, debemos sentirnos orgullosos de ello, y mostrar así nuestra señal de identidad. 40 preciosos días para prepararnos, convertirnos a Dios por medio de la Oración, la limosna, el ayuno y la abstinencia, que son las herramientas que la Iglesia nos da para alcanzar la felicidad, así también nos da las Imágenes, dignas de devoción, que salen en Semana Santa para dar testimonio de Fe.
La Semana Santa...
Para algunos es una fiesta más, las "vacaciones de Primavera" según ciertos sectores civiles, de los cuales no hace falta hablar, tan solo dar razones para estar orgulloso de lo que celebro, la Pasión, Muerte y Resurrección de mi Señor, la cual desde pequeño vivo acompañándola cómo no, del arte hecho creencia... La devoción, que complementa a la imaginería, dando como resultado la mejor combinación posible, mi particular Semana Santa.
Para otros, el renacer de recuerdos cofrades, un sinfín de experiencias entorno a una cofradía que cada año sale a la calle, momento en el que nos hacemos participes de la Hermandad, el trabajo bien hecho y acompañamos a Nuestro Titular, Titular que recorre las calles de la ciudad buscando miradas de fe, un aliento de esperanza, la inocencia del niño que pregunta a su padre ¿Quién es el que está ahí arriba?, la alegría del costalero que orgulloso lleva a su Cristo, el cansancio del nazareno que sin saberlo; sin saberlo alumbra el transcurrir del cortejo, cada paso, cada gota de cera derramada, cada orden del celador, cada calle estrecha, cada pavimento pedregoso, cada petalá, cada marcha, cada flor de azahar, cada nube de incienso, cada mecía del Palio, el varal, la bambalina, cada candelabro arbóreo, cada levantá... cada, cada, cada...cada uno de estos detalles forman la Esencia, la Esencia de las Cofradías... La Semana Santa.
Feliz Cuaresma,
Gracias por su Atención, José Mª Benavides